15 jul 2011

Damos y modas









El otro día me pasee entre las calles de la ciudad. Calles de muros grises y fríos, de piedra y colores obsoletos. 


Me llevé mi cámara, quería capturar diferencia, tampoco pretendía sacar fotografías dignas de algún reconocimiento. Simplemente, quería probar y comprobar mi poca experiencia. 


En una calle cercana a la plaza mayor, yo vestía pantalones rotos, una sudadera e indiferencia a los paseantes de aquel lugar. Decidí sentarme en un banco, y observar. 


Observé palomas que arriesgaban sus plumas con agilidad en serpentinas piruetas voladoras. Había niños, me habría gustado capturar uno de los que corrían tras una pelota que vino a parar justo a mis pies, pero sentí más satisfacción al devolvérsela y admirar su sonrisa gratificante.


Y reaccioné. Sonreír. Vamos perdiendo tan bonita costumbre con la edad, es gratuito, y debería ser una moda permanente, apacible a cualquier influencia. 


De camino a casa, me senté sobre el cesped de aquél jardín. Era humedad, el sol huía y ya no cubría el suelo, pero disfrutaba sola y anhelaba una compañía pasada y cálida que sonriera con la mirada. 

2 comentarios:

  1. Bonito descrubrimiento el de esta noche, aunque mi insomnio no pensará lo mismo cuando amanezca y siga leyendo tus palabras.

    Por lo pronto, encantada de ser una "fan" más.

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